miércoles, 18 de agosto de 2010

Camino de mariposas


Me encontraba en medio del bosque, mi cuerpo era uno con ese magnifico follaje, mi piel rosaba con la corteza de los arboles, mis pies tocaban el frió y húmedo suelo cubierto de hojas.
Ya estaba callendo el crepúsculo, mientras contemplaba al cielo comencé a sentir un leve cosquilleo que provenía de mis pies, que comenzó a subir muy lentamente hasta mis tobillos, pensé que podría ser algún insecto, no le preste atención y seguí mirando el horizonte. Me hipnotizaba esos cambios de color tan paulatinos que iba tomando el cielo.
El cosquilleo continuo recorriendo mi pierna, llegando a la rodilla, en ese me dispuse a observar verdaderamente que era lo que provocaba ese fastidiante cosquilleo. Al bajar la vista hacia mis pies veo que ya no eran de carne y hueso, sino de madera, mis articulaciones parecían las de una muñeca. Me asuste, comencé a sudar frió, mis manos estaban mojadas y el cosquilleo seguía.
No sabia que hacer, solo atine a correr, corrí y corrí por horas, no sentía cansancio asique seguí corriendo, hasta llegar al corazón del bosque, hay me di cuenta que el miedo me avía consumido y que mi cuerpo ya estaba cansado, me eche de espaldas en un árbol, al parecer el mas viejo, mis piernas se deslizaron en la húmeda tierra, hasta quedar sentada en ella, sentí que era mi fin, el cosquilleo que me avía perturbado en esa larga y agitada corrida avía llegad a mi pecho, cerré los ojos, suspire esperando morir allí, pero paso mágico, mi pecho comenzó a abrirse, de esa ranura en mi cuerpo comenzaba asomarse un par de alas y una pequeña cabecita. A los pocos minutos comenzaron a salir de allí, millones de mariposas rojas, y empezaron a teñir el lugar con sus alas, todo lo que avía a su alrededor, las ramas y las hojas secas del piso, los troncos y las copas de los arboles, el cielo y la luna, todo a mi alrededor se tornaba rojizo.
Las mariposas seguían saliendo de mi pecho, salían en hileras tiñendo de colores violetas, fucsias, azules todo el lugar a medida que iban saliendo. Mis ojos empezaron a cerrarse, no quería dormir, eso era tan maravilloso que no quería terminar de ver, quería mantenerme despierta hasta el final. La vista comenzó a nublarse y mis ojos se fueron cerrando de apoco.
Al abrir los ojos de un sobresalto me encontraba acurrucada en mi cama, y no pude evitar soltar un suspiro, ya que esas cosas maravillosas solo podían pasar en un sueño.

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