lunes, 8 de agosto de 2011

Mascaras y rostros derretidos


Me encontraba caminando en un pasillo oscuro con poca luz, encontré una puerta y entre, a esa habitación oscura con un solo punto de luz, que era tan tenue como la que emana una vela. La puerta desapareció pero no me asuste, me quede mirando todo a mi alrededor haber si podía reconocer algo en ese lugar, pero era en vano, no había nada, ni ventanas, ni muebles, ni personas, solo esa luz tenue en tonalidad amarillenta, aunque no se podía ver de donde provenía. Como me sentía cansada me senté en el piso, el cual era frió, me estaba por prender un cigarro cuando comenzaron a llegar unas personas desnudas, con mascaras tapándole el rostro. Las caretas tenían expresiones faciales muy raras, todas eran distintas, unas tenían cara de enojados, otro de alegría, otros de preocupación, otros de terror, otros de tristeza, otros de felicidad, y a medida que se iban acercando comenzaban a verse mascaras con otras expresiones humanas.

Los miraba asombrada, me daba miedo, pero al mismo tiempo sentía tranquilidad, espere que alguno hablara, pero nadie lo hacia solo me miraban, así que no aguante mas y les pregunte “¿porque se tapan el rostro?, ¿Dónde estamos?, ¿Qué es este lugar?...” Uno de ellos se me acerco, su careta tenia una sonrisa maliciosa, se me acerca demasiado sentía su respiración en mi cara, sentí en mi mente su voz, que me decía “la pregunta es ¿Qué estas haciendo vos aquí?, ¿no te das cuenta que sos la única que tiene rostro?...” en ese preciso momento todos comenzaron a bajar sus mascaras, y todos ellos, absolutamente todos los seres que se encontraban en esa habitación rodeándome, tenían sus caras derretidas, no tenían ni ojos, ni boca, ni nariz, eran caras sin nada, solo era su piel callendo como un helado bajo el sol. Los mire fijamente, me entro el pánico, comencé a mirar para todos lados buscando la salida y no la encontré, me levante de un salto cuando vi que comenzaron a acercarse a paso lento, la pared que había sentido detrás de mi espalda todo el tiempo ya no estaba, así que comencé a correr hacia esa dirección, hasta que comencé a visualizar una luz blanca a lo lejos, acelere el paso la luz me hincando, abrí los ojos y estaba acostada en mi cama, boca arriba mirando la lámpara del techo.

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